De las muchas campañas que ANC y Òmnium han organizado para defender la República Catalana y sus presos y exiliados, la de llevar un lazo amarillo me parece de las más acertadas y simbólicas.
Hay hasta una canción que lo explica y se puede oír por Internet. Se titula “Tie a yellow ribbon round the old oak tree”, que significa ‘anuda una cinta amarilla alrededor del viejo roble’.
Cuenta la historia de un preso que vuelve a casa angustiado por si no le recuerdan y pide que coloquen un lazo amarillo en el roble de la entrada para saber que le esperan y le quieren.
Para un preso, lo que más esperanza le da es el deseo de volver a casa, donde le esperan con impaciencia y amor familia y amigos. Por el contrario, es terrible para un preso saber que fuera no le espera nadie.
Cuando visitaba a Xirinacs en la puerta de la modelo pidiendo amnistía, un día vi salir en libertad a un preso con una bolsa de plástico donde llevaba todo su patrimonio. Al pisar la calle miró a un lado, después al otro y salió corriendo. Nadie le esperaba. No olvido la impresión que me causó de soledad y deseo de huir de un pasado terrible.
Viajando por Catalunya ves los pueblos llenos de lazos amarillos, miles y miles de lazos amarillos. Me da una gran alegría. Seguramente no será suficiente para traerlos a casa. La lucha será larga y dura, siempre pacífica como nos piden los presos, pero es muy importante. Para ellos, porque así saben y se ve el inmenso cariño que tienen en todas partes, y para nosotros, porque nos da dignidad y nos compromete con su libertad y vuelta a casa. Están presos por defender nuestras ideas y por eso su prisión es también la nuestra. El hecho de que estén en la cárcel o el exilio es una prueba de que no tenemos libertad.
El lazo amarillo en la solapa es la muestra de nuestro compromiso, de nuestra solidaridad, de nuestro deseo de que pronto les podamos dar un abrazo en libertad.
Por eso hay que llevar el lazo amarillo.
*Objetor de conciencia en 1971.