El otro día investigando sobre salud leí que cada persona respiramos al día 11.000 litros de aire. Once mil.
Sabiendo que la tierra es redonda igual que la atmosfera, resulta que el aire que respira un rico, un pobre, un listo o un tonto, un chino o un esquimal por poner algunos ejemplos, es el mismo que después entra en mis pulmones y me alimenta a mí.
“Todos comemos del mismo plato aéreo.
Por eso me cuesta mucho entender los prejuicios. Creo que hay que ser muy ignorante para ser racista, clasista, machista, supremacista o escogido de Dios, respirando todos lo mismo”
Los yoguis llaman al aire prana, energía de vida y es el principal alimento para nuestra vida, por eso se preocupan de enseñar a respirar y aprovechar al máximo ese alimento. Si no respiras solo unos minutos, te mueres.
Aunque en algunos lugares el aire está más contaminado o enfermo, el viento ya se encarga de repartirlo. Todos comemos del mismo plato aéreo.
Por eso me cuesta mucho entender los prejuicios. Creo que hay que ser muy ignorante para ser racista, clasista, machista, supremacista o escogido de Dios, respirando todos lo mismo.
También supe que cada persona tenemos en el cerebro diez mil millones de neuronas que se comunican de varias formas de tal manera que dan lugar a una cifra increíble de conexiones. Lo pongo con letras para que no haya error como con las espinacas y Popeye que cuentan que confundieron la coma con gran beneficio de los vendedores de espinacas.
Dicen que las conexiones de las neuronas son un diez seguido de ochocientos ceros y ahí ya me quedo quieto por lo que pueda pasar.
Ya que las tenemos, alguien debería dedicarse a enseñarnos a utilizarlas un poco mas para evitar tanto ignorante despistado.
Yo de momento recuerdo a aquel sabio que decía “solo sé que no se nada” pero a mi me gusta más, recordando la canción, “gracias a la vida que me ha dado tanto”. Como mínimo neuronas.
Y para contento, el puput (abubilla en castellano) que el otro día vi en el césped de la plaza junto a mi casa. Es un ave preciosa y come insectos a tope. En treinta años no la había visto por aquí. Tal vez algo de biodiversidad haya mejorado.
Salud y alegría si nos deja la pandemia y si no también.